Luego de ganar los 800 metros planos en el Mundial de Atletismo de Berlín, se ha abierto una polémica sobre la sexualidad de la atleta sudafricana
La sudafricana Caster Semenya, de apenas 18 años, ha ganado los 800 metros planos en Berlín, ha cambiado la ráfaga de derrotas que ataba al atletismo sudafricano y debería convertirse, como todos los deportistas que hacen añicos los records mundiales y la historia, en un símbolo nacional.
Sin embargo, parar el reloj en xxx segundos, le ha traído un dudoso reconocimiento: discutir sobre su sexualidad. Que si es hombre, que si es mujer, que si es hermafrodita. La Federación Internacional de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) solicitó a su homóloga sudafricana que le proporcionara informaciones sobre Caster Semenya.
"No tenemos todavía los resultados de los informes que exige el proceso de verificación de acuerdo con el protocolo, incluida la evaluación de médicos especialistas y psicólogos. Una vez que los recibamos, se adoptará una decisión al respecto, pero eso llevará semanas", declaró Nick Davies, portavoz de la IAAF, a la agencia EFE.
La familia de Caster,por su puesto, ha replicado desde todos los frentes. “Me gustaría que la dejaran en paz. Es mi niña pequeña. Yo la vi nacer, la crié y nunca he dudado de su sexo. Es una mujer y lo repetiré un millón de veces si fuera necesario”, declaró a la prensa sudafricana su padre Jacob Semenya.
Su abuela, Maphuthi Sekgala, de 80 años, relató al rotativo británico Times que su nieta, estudiante de primer año de la carrera de Educación Física, siempre sufrió burlas por su aspecto masculino y por haber sido la única chica en el equipo local de fútbol.
"Eso no me molesta mucho, porque sé que es una mujer. La crié yo misma", precisó la abuela, entrevistada en su pueblo de la provincia del Limpopo, en el norte del país africano.
Hace poco, en nuestro país, nuestra atleta Inés Melchor sufrió una discriminación similar cuando había alcanzado la medalla de oro. Y no es que no haya posibilidad de que estas atletas puedan sufrir una alteración congénita, no es que no pidamos escépticos o rigor. Lo que si es curioso observar es esa enquistada costumbre, ese secreto placer, en romper a esos deportistas justo en el momento en que, por sus proezas deportivas, rozan la perfección.
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